Jamás le he deseado mal a nadie, pero a veces se agradece que las cosas caigan por su propio peso.
Y volví, regresé con cabellos de más y kilos de menos. Y volví como quien cierra los ojos para olvidar el camino, para recordar otras calles, para recordar. Y volví tan llena y tan vacía. Tan yo de él y tan ajena a mía. Y volví como quien vuelve por un puro compromiso como quien vuelve sin querer, como quien vuelve por deber... Y regresé sin volver, regresé dejando pedazos de mi cuerpo entre gente que me miraba raro y hombres que arrancaban de piel la ropa con sus ojos. Y volví ausente, con el ánimo flaco y la ausencia llena, con hambre de todo, pero sin él. Volví sin querer hacerlo, volví y me escondí, huí para no volver... Volví porque tal vez debía, yo qué sé, volví sin volver. Volví siendo de todos, ajena mía... vieja conocida de él.



                 ~Corazón con alas de Petate, Mercedes Reyes Arteaga. 
Y es que para escribir del amor, tienes que estar enamorado o tener el corazón roto. Y no sé cuál de las dos es peor.